Lo que más nos ha gustado ha sido cuando María y Nicolás juegan juntos con ayuda de las cuerdas y cuando bailan, es un momento mágico; y lo que menos, cuando la silla de Nicolás está vacía y que la realidad se impone a algunos momentos del mismo. Además, es un corto con el que identificamos a nuestra profe. A algunos/as nos gustaría que tuviera otro final:
“Hay cuerdas que no atan, sino que liberan”
Raúl, Santiago, David, Rocío, Leyre, Carla, Aimar, Nicol y Yolanda